En Japón, todo acto proveniente de una tradición se caracteriza por un marcado componente ceremonioso, cuyo respeto es esencial e ineludible para la sociedad japonesa. La del té, un alimento importantísimo y en cierto modo venerado, es de las más delicadas, bellas y complejas que existen.
La dificultad que entraña su dominio reside, además de en los propios rudimentos, en que implica el profundo conocimiento de otras disciplinas tradicionales como la caligrafía y el arreglo floral, además del empleo correcto de elementos periféricos del orden de la vestimenta, el incienso o lacerámica.
El ritual completo comprende una comida frugal, una pausa, la degustación de un té espeso y la de uno ligero, y puede abarcar hasta cuatro horas. Se realiza en solitario o en grupos pequeños, siempre en un ambiente tranquilo y calmado que ha de poseer cierto grado de solemnidad. El protagonista de la ceremonia, forjada a partir del budismo Zen, es el té verde o matcha (en polvo), que fue introducido en Japón durante el siglo XII y se caracteriza por su frescura y poder astringente. En efecto, los más famosos practicantes de esta fe, los samuráis, comenzaron a preparar y beber matcha, creando poco a poco los pilaresindelebles de la ceremonia y haciéndola extensiva a otros estratos de la sociedad japonesa.
Ya se asista en calidad de invitado o sea uno el propio anfitrión, la atención que ha de prestarse a losgestos y posturas, y por ende al momento preciso de realizarlas, es extrema. Como expresó un conocidísimo orientalista, la ceremonia consiste en servir y beber una taza de té de la manera más “perfecta, educada, graciosa y encantadora posible”. Si bien ha ido evolucionando y adoptando cambios, a través de distintas escuelas, no ha perdido el valor espiritual característico con que nació ni la estética austera y simple que aún promueve. La plasticidad de los movimientos pertinentes es inusual, y aunque parecen complicados, se basan en realidad en una ausencia de esfuerzos, lo que por otra parte requiere una enorme práctica. Se presta tanta atención a éstos como a los utensilios necesarios y a la decoración del espacio, que persiguen armonizarse al máximo con la propia naturaleza, el habitante eterno de Japón.
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