Phunakha Serdar
La fiesta del Punakha Serdar, que tiene lugar todos los años en febrero en el dzong de Punakha, es espectacular. La celebración tiene sus orígenes en la lucha que hubo entre butaneses y tibetanos en el siglo XVII. Éstos últimos vinieron a recuperar una reliquia sagrada situada en el recinto del templo. Con la victoria butanesa se reconstituye la batalla que se termina en una procesión.
Tsechu
El Tsechu es la fiesta religiosa más popular. A menudo forma parte de circuitos turísticos específicos. Cada uno de los dieciséis dzongs de Bután organiza una vez al año esta fiesta, normalmente en primavera o en otoño, en honor al Guru Rimpoche. La noche anterior al acontecimiento, en el valle retumba el tintineo de los platillos y tambores que ponen ritmo a textos sagrados recitados. Durante tres o cinco días, los monjes realizan bailes bajo la mirada cautivada de la población que, para la ocasión, se pone sus mejores trajes. Para el visitante extranjero, el Tsechu es una experiencia inolvidable y, a veces también, la oportunidad de poder penetrar en el recinto de algunos dzongs que normalmente permanecen cerrados. Los principales tsechus (ver capítulo sobre el calendario de las fiestas) son los de Paro en abril, Timbu en septiembre, Wangdu Phodrang en octubre y los de Mongar y Tashigang en noviembre.
http://www.easyviajar.com/butan/el-tsechu-404
La fiesta del Punakha Serdar, que tiene lugar todos los años en febrero en el dzong de Punakha, es espectacular. La celebración tiene sus orígenes en la lucha que hubo entre butaneses y tibetanos en el siglo XVII. Éstos últimos vinieron a recuperar una reliquia sagrada situada en el recinto del templo. Con la victoria butanesa se reconstituye la batalla que se termina en una procesión.
Tsechu
El Tsechu es la fiesta religiosa más popular. A menudo forma parte de circuitos turísticos específicos. Cada uno de los dieciséis dzongs de Bután organiza una vez al año esta fiesta, normalmente en primavera o en otoño, en honor al Guru Rimpoche. La noche anterior al acontecimiento, en el valle retumba el tintineo de los platillos y tambores que ponen ritmo a textos sagrados recitados. Durante tres o cinco días, los monjes realizan bailes bajo la mirada cautivada de la población que, para la ocasión, se pone sus mejores trajes. Para el visitante extranjero, el Tsechu es una experiencia inolvidable y, a veces también, la oportunidad de poder penetrar en el recinto de algunos dzongs que normalmente permanecen cerrados. Los principales tsechus (ver capítulo sobre el calendario de las fiestas) son los de Paro en abril, Timbu en septiembre, Wangdu Phodrang en octubre y los de Mongar y Tashigang en noviembre.
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