La ciudad de Persépolis, y la ciudad de Isfahán no solamente tienen en común que pertenecen a Irán, que fueron capitales de grandes imperios, o que su historia y arte ha forjado buena parte del devenir histórico del país iraní. También tienen en común que desde el año 1.979 pasaron a formar parte de la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Persépolis, la capital del imperio aqueménida
Capital del imperio aqueménida, y fundada por Darío I en el año 518 a.C., la ciudad de Persépolis será la máxima expresión de poderío del Imperio Aqueménida. Un poder, y también un esplendor, que Persépolis reflejó sucesivamente durante los reinados de Jerjes I, Artajerjes I, y Artajerjes III.
Persépolis es la mayor representación de poder del Imperio Aqueménida durante más de 200 años, hasta que Alejandro Magno ponga fin a la dinastía, y añada a su cada vez más vasto patrimonio territorial las posesiones persas.
Situada en la carretera que comunica dos de las ciudades con más carga histórica artística de Irán, como son Isfahán con Shiraz, Persépolis es el mejor legado que la arquitectura aqueménida dejó para la Historia de la Humanidad. El amplio conjunto arquitectónico que constituye Persépolis es un crisol de civilizaciones que vivían rodeadas del Mediterráneo, y de influencias que procedían de Oriente Medio.
Sobre la función que tenía Persépolis, no está del todo muy clara, y es que hay historiadores que consideran que hacía de residencia de otoño para los reyes aqueménidas, ya que Susa era la residencia de invierno, Babilonia la de primavera, y Ectábana la de verano; opinión que se ve acrecentada además por el hecho de que la ciudad se encontraba alejada de otros centros importantes, y presentaba una ausencia notable de restos de viviendas y de calles. La otra función que se considera que podía tener es que en realidad era una ciudad sagrada, un lugar de ritual en el que se celebraban ceremonias.
Asentados sobre una amplia terraza rectangular, que fue construida por Darío I, y que está rodeada por una muralla, se encuentran los edificios de piedra y adobe que forman el conjunto arquitectónico de Persépolis.
La joya de la corona de Persépolis es la Apadana, que es una sala de audiencias que en su origen era un espacio cuadrado con un techo que se sostenía con 36 columnas; hoy desaparecidas en gran parte.
Iafahán, la capital safawí
Isfahán, capital de la provincia del mismo nombre, es una ciudad que está situada al pie de la vertiente oriental del Zagros, a orillas del Zayandeh. En tiempos de la conquista islámica existían dos núcleos urbanos yuxtapuestos, Djay -la ciudad vieja- rodeada por una muralla; y Yahoudiye -la ciudad judía-.
En el siglo X, Isfahán era una vasta aglomeración que englogaba varios pueblos, y estaba rodeada por una muralla de 20 kilómetros de circunferencia. La ciudad vivió dos épocas de esplendor, entre los siglos XI y XIII, cuando fue capital del reino de los selyúcidas; y de finales del siglo XV hasta el XVIII, periodo en el que residirán en ella los safawíes.
De la época selyúcida data la transformación de la gran mezquita, y la construcción de los cuatro iwanes alrededor del patio de la misma. Durante la época safawí, la ciudad contaba con 600.000 habitantes; siendo el periodo en el que el sha Abbas I el Grande modernizó Isfahán con la construcción de tres puentes sobre el Zayandeh -uno de ellos de 33 arcos-, y urbanizó el centro de la ciudad en torno a la plaza real, en persa la plaza de Naghsh-i-Jahan, que es la más grande de Irán. De este mismo periodo data el palacio de la Cuarenta Columnas, que está considerado como un magnífico ejemplo de la arquitectura musulmana de la época.
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