martes, 10 de julio de 2012

La mujer en Irán

Llegados a este punto quisiéramos desde estas líneas explicar, aunque sea sucintamente, la situación de la mujer en Irán. Lamentablemente, este ha sido un tema muy utilizado en Occidente para despotricar contra Irán desde que en este país triunfase la Revolución islámica en 1979, centrándose estos debates en cuestiones baladíes, como el velo, sin prestar atención al hecho de que esta prenda ha sido llevada por pudor durante toda la historia de Irán por prácticamente todas las mujeres, hubiese libertad o no de llevarlo.

Desgraciadamente, la mil veces manida cuestión del velo o hiyab ha sido explotada de manera profusa por los medios audiovisuales de Occidente, mostrándonos —entre otras muchas imágenes— a mujeres cubiertas con chador vociferando en una manifestación, sin percatarse de que el mero hecho de la presencia de mujeres en manifestaciones en un país musulmán es ya de por sí un indicio de la posición social que ocupa la mujer en esa sociedad.
Es una pena que el velo, además de tapar el cuerpo femenino, le haya servido a Occidente para encubrir otras realidades sobre la posición de la mujer en Irán. Además, siempre se ha dado a entender subrepticiamente que el chador es una prenda obligatoria, cuando eso no es cierto, sino que lo obligatorio es taparse el pelo con recato y llevar alguna ropa hasta la rodilla, que no sea ajustada, como, por ejemplo, una especie de prenda que en español llaman guardapolvo, o “mantó” en persa.

Así, el tema del velo ha sido convertido por Occidente en el centro del debate de un supuesto derecho —el de quitárselo—, que pocas iraníes ejercerían. Y, mientras tanto, la mujer iraní se preocupa por los temas que realmente le interesan, que es, el de construir el país codo a codo con sus conciudadanos varones —que, de facto, llevan a cabo—, y, al igual que ellos, hacer uso de los derechos de todas las sociedades civiles adelantadas, como el de ir la universidad, ejercer en política, dirigir organismos, y, como no, otros oficios con menos pretensiones. En definitiva, al margen de todos esos debates que sólo les sirven a los occidentales, la mujer iraní busca participar activamente con los hombres en la sociedad de su país, alejándose de las polémicas de las feministas occidentales para acercarse a la verdaderas controversias que les incumben, esto es, la de acabar con el machismo rancio y conseguir los derechos que les corresponden según ordena la misma ley divina reflejada en el Corán.
Es lamentable el hecho de que la inmensa mayoría del público occidental tenga tan mal concepto de la situación de la mujer en Irán, cuando, —sin pretender desde aquí que sea ideal— es justo todo lo contrario de lo que creen. Así, por ejemplo, en Irán la mujer puede acceder a casi todos los empleos públicos, a cargos políticos hasta el rango de vicepresidenta, trabaja en laboratorios, se incorpora a organismos como el cuerpo de Bomberos y la Policía, va a la universidad a estudiar y a enseñar, accede incluso a los seminarios de teología, se codea cómodamente con los hombres en el trabajo e incluso practica deportes de competición.
No obstante lo dicho, la situación de la mujer iraní dista de ser perfecta y desde estas líneas no se pretende que sea el arquetipo para ninguna otra sociedad. Mucho es el camino andado en los derechos de esta mitad de la humanidad, pero, vaya por delante que mucho también es el camino que queda por andar. Y, entretanto, ajena a toda controversia artificial creada por los manipuladores mediáticos que se centran en cuestiones nimias, la mujer iraní continúa paciente desbrozando el camino, abriéndose paso en la sociedad de su país y marchitando sin prisa pero sin pausa el machismo que aún perdura en algunos sectores de su nación.


http://www.irna.ir/es/turismo-en-iran/descubra-Iran/La-mujer-irani/la_mujer.htm

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