Situado en las estribaciones del Desierto del Thar, es la segunda ciudad más importante de Rajastán, después de Jaipur (la capital), situada a 335 km. de distancia. Tiene poco más de 1 millón de habitantes en su censo oficial.
Su postal característica la marcan el imponente fuerte Meherangarh, ubicado en lo alto de la colina, y la ciudad de fachadas azules a sus pies. Una ciudad muy fotogénica y colorida que esconde maravillosos secretos para el viajero. Jodhpur es conocida como la Ciudad Azul, o también la Ciudad del Sol, debido al clima habitual en esta localidad.
Cuenta con más de 5 siglos de historia, se fundó en el siglo XV. Hoy día es posible comprobar los límites entre la ciudad antigua y la nueva, sobre todo observando desde lo alto de la colina. Incluso se conserva parte de la muralla que delimita la ciudad histórica en su interior.
La cuidad antigua.
El casco viejo de Jodhpur es un laberinto de callejuelas que te transportará a lugar repleto de nuevas referencias y contextos. Con la compañía de alguien experto en interpretarnos un mundo tan diferente, podremos descubrir los oficios más pintorescos de la India tradicional, conocer de cerca comunidades hijras o la dinámica diaria de las personas corrientes en esta ciudad, que acuden a comprar o vender, a rezar y socializar.
Entre los elementos de interés destaca la Torre del Reloj y el popular mercado que se ubica a su alrededor (‘Sardar Market’). Es un buen lugar para apreciar la artesanía y textiles rajastaníes, especialmente el trabajo de platería y la confección de pañuelos.
El fuerte Meherangarh.
Ya desde el comienzo de la visita, observando el pórtico de entrada donde se conservan los impactos de proyectiles y las aristas punzantes para evitar las cargas de elefantes, es inevitable imaginarse las épicas batallas que tuvieron lugar alrededor de este fuerte, que se levanta sobre una escarpada cima a más de 100 metros de la ciudad y que presume de no haber sido conquistado jamás.
Merece la pena pararse junto a la puerta Lahapol (o puerta de hierro), junto a la que todavía pueden verse las huellas rojas de las manos que las viudas del Maharajá dejaron antes de lanzarse a la pira funeraria, en 1843, como ordenaba la práctica del sati.
Los maharajás y ejércitos de Bikaner, Jaipur, Udaipur, Jaisalmer o Jodhpur protagonizaron numerosos enfrentamientos entre sí durante el siglo XVIII y XIX.
La visita al palacio nos sitúa por momentos en los escenarios de las Mil y Una Noches. Entre sus patios y dependencias encontramos el Palacio del Placer (‘Sukh Mahal’), la Sala de los Espejos (‘Sheesha Mahal’), el Palacio de la Perla (‘Moti Mahal’) o el Phool Mahal (‘Palacio de la Flor’), lujosamente adornados y con espectaculares vistas al horizonte y la ciudad en la falta de la montaña. Sus celosías, acabados escultóricos y arquitectónicos son exquisitos.
También lo es su exigente colección de sillas para montar elefantes, palanquines, textiles y ropa de la realeza, obras de arte o instrumentos musicales. Sin duda, uno de los mejores museos-palacio de India.
En el exterior, es muy recomendable detenerse en los cañones que asoman entre las almenas, y detenerse a observar la ciudad ahí abajo, a escuchar, a imaginar.
Incluso llevar la vista más allá, al horizonte y el desierto del Thar, tierra árida, de arbustos y rastrojos que se conocía como la Tierra de la Muerte, lugares transitados sólo por mercaderes y caravanas de camellos cargados de especias.
Pero hay que regresar, seguir la marcha y continuar el camino hacia la salida, no sin antes visitar el Templo Chamunda, dedicado a la diosa Durga.
El Palacio Umaid Bhawan.
También conocido como Palacio Chhittar, es un sorprendente y gigantesco palacio construido durante la década de 1930 a las afueras de la ciudad, por orden del maharajá Umaid Singh. Fue construido siguiendo los cánones coloniales británicos de la época, que incluyen numerosas referencias Art Decó y renacentistas, por Henry Lanchester (presidente del British Royal Institute of Architects) con piedra de arenisca roja típica rajastaní.
Hoy sus 10 hectáreas de jardines con 347 habitaciones albergan el lujoso hotel Taj Umaid Bhawan Palace y las salas de un museo dedicado a la familia real.
Su postal característica la marcan el imponente fuerte Meherangarh, ubicado en lo alto de la colina, y la ciudad de fachadas azules a sus pies. Una ciudad muy fotogénica y colorida que esconde maravillosos secretos para el viajero. Jodhpur es conocida como la Ciudad Azul, o también la Ciudad del Sol, debido al clima habitual en esta localidad.
Cuenta con más de 5 siglos de historia, se fundó en el siglo XV. Hoy día es posible comprobar los límites entre la ciudad antigua y la nueva, sobre todo observando desde lo alto de la colina. Incluso se conserva parte de la muralla que delimita la ciudad histórica en su interior.
La cuidad antigua.
El casco viejo de Jodhpur es un laberinto de callejuelas que te transportará a lugar repleto de nuevas referencias y contextos. Con la compañía de alguien experto en interpretarnos un mundo tan diferente, podremos descubrir los oficios más pintorescos de la India tradicional, conocer de cerca comunidades hijras o la dinámica diaria de las personas corrientes en esta ciudad, que acuden a comprar o vender, a rezar y socializar.
Entre los elementos de interés destaca la Torre del Reloj y el popular mercado que se ubica a su alrededor (‘Sardar Market’). Es un buen lugar para apreciar la artesanía y textiles rajastaníes, especialmente el trabajo de platería y la confección de pañuelos.
El fuerte Meherangarh.
Ya desde el comienzo de la visita, observando el pórtico de entrada donde se conservan los impactos de proyectiles y las aristas punzantes para evitar las cargas de elefantes, es inevitable imaginarse las épicas batallas que tuvieron lugar alrededor de este fuerte, que se levanta sobre una escarpada cima a más de 100 metros de la ciudad y que presume de no haber sido conquistado jamás.
Merece la pena pararse junto a la puerta Lahapol (o puerta de hierro), junto a la que todavía pueden verse las huellas rojas de las manos que las viudas del Maharajá dejaron antes de lanzarse a la pira funeraria, en 1843, como ordenaba la práctica del sati.
Los maharajás y ejércitos de Bikaner, Jaipur, Udaipur, Jaisalmer o Jodhpur protagonizaron numerosos enfrentamientos entre sí durante el siglo XVIII y XIX.
La visita al palacio nos sitúa por momentos en los escenarios de las Mil y Una Noches. Entre sus patios y dependencias encontramos el Palacio del Placer (‘Sukh Mahal’), la Sala de los Espejos (‘Sheesha Mahal’), el Palacio de la Perla (‘Moti Mahal’) o el Phool Mahal (‘Palacio de la Flor’), lujosamente adornados y con espectaculares vistas al horizonte y la ciudad en la falta de la montaña. Sus celosías, acabados escultóricos y arquitectónicos son exquisitos.
También lo es su exigente colección de sillas para montar elefantes, palanquines, textiles y ropa de la realeza, obras de arte o instrumentos musicales. Sin duda, uno de los mejores museos-palacio de India.
En el exterior, es muy recomendable detenerse en los cañones que asoman entre las almenas, y detenerse a observar la ciudad ahí abajo, a escuchar, a imaginar.
Incluso llevar la vista más allá, al horizonte y el desierto del Thar, tierra árida, de arbustos y rastrojos que se conocía como la Tierra de la Muerte, lugares transitados sólo por mercaderes y caravanas de camellos cargados de especias.
Pero hay que regresar, seguir la marcha y continuar el camino hacia la salida, no sin antes visitar el Templo Chamunda, dedicado a la diosa Durga.
El Palacio Umaid Bhawan.
También conocido como Palacio Chhittar, es un sorprendente y gigantesco palacio construido durante la década de 1930 a las afueras de la ciudad, por orden del maharajá Umaid Singh. Fue construido siguiendo los cánones coloniales británicos de la época, que incluyen numerosas referencias Art Decó y renacentistas, por Henry Lanchester (presidente del British Royal Institute of Architects) con piedra de arenisca roja típica rajastaní.
Hoy sus 10 hectáreas de jardines con 347 habitaciones albergan el lujoso hotel Taj Umaid Bhawan Palace y las salas de un museo dedicado a la familia real.
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