La cultura tailandesa da un gran valor social a la familia, la cual es considerada como un pilar básico de su sociedad. Desde la edad más temprana se les enseña a los niños el respeto a sus mayores, tanto a nivel social como familiar.
El padre es el cabeza de familia que se encarga de velar por las necesidades de la familia tanto a nivel material como espiritual.
Los tailandeses le conceden una gran importancia a las formas, la cortesía, la corrección en el trato y la conducta, en busca de una convivencia armoniosa, respetuosa y pacífica.
Las principales reglas de etiqueta y cortesía que utilizan de forma cotidiana suelen proceder de su religión budista y de los preceptos que la misma les aconseja y enseña.
Su comportamiento diario trata de evitar cualquier tipo de disputa o confrontación pública que pueda poner en evidencia a las personas; tampoco es bien visto criticar o reprender de forma pública a las personas, lo que se interpreta como una forma de violencia, que puede afectar de forma muy seria a la reputación de las personas.
El enfado y la confrontación de las personas, según sus creencias, puede acarrear la ira de los espíritus, pudiendo esta ira de los espíritus llevar a una situación de más violencia y confrontación. Hay que buscar un compromiso entre las personas para evitar este tipo de situaciones tan perjudiciales para una buena convivencia como para la propia reputación de las personas, que ellos valoran tanto.
Si hay un desacuerdo o confrontación entre personas, debe tratar de llegarse a un acuerdo entre las partes para que nadie sea ofendido ni nadie sea dañado en su reputación, lo que le podría suponer una "ruina" social, tan importante en la sociedad Tailandesa.
Los tailandeses respetan y atienden a sus invitados como si fueran de la familia, e incluso más, haciendo, en algunos casos, verdaderos sacrificios (tanto personales como económicos) para agradar a sus invitados.
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